Después de 5h de viaje en carro, llegamos a Pamplona cerca de las 11pm del viernes con la idea de pasar el fin de semana allá. Nos quedamos en un hotel del centro (Hostal Arriazu), que estaba muy bien ubicado, (Cerca de la plaza del Castillo) pero en general, no digno de ser recordado.
El sábado en la mañana fuimos a desayunar al café Fika, a unos cien metros del hotel. Y salimos a caminar por el centro.
Regresamos a la plaza del Castillo, donde estaban ya en medio de la comparsa de los Gigantes y Cabezudos, que se celebra durante las fiestas de San Fermín. Los gigantes son figuras de madera de cuatro metros de altura. Cada uno está sostenido por una persona dentro de la estructura que lo lleva en el desfile.
Saliendo de la plaza, seguimos el recorrido hasta el Monumento al Encierro y de ahí atravesamos todo el centro hasta la plaza del ayuntamiento por la ruta que siguen los toros en San Fermín
En el camino vimos una manifestación de animalistas y mucha gente haciendo el mismo recorrido.
El centro de la ciudad está muy bien mantenido, limpio y muy cuidado; a tal punto que dan ganas de quedarse a vivir ahí.
De la plaza del ayuntamiento caminamos por la ruta del encierro hasta los corrales de Santo Domingo y subimos hasta el edificio del Archivo de Navarra, al borde del rio desde donde se ve el otro lado de la ciudad.
Para almorzar, fuimos a Verduarte. Un restaurante a la entrada de la ciudadela, en el “Palacio Baluarte” — un centro de convenciones y eventos —. El almuerzo era un menú de diez platos centrado en las verduras. Aunque fué mucho, estuvo muy rico.
De recordar una sopa de calabaza fría con maíz pira y guisantes, las pochas (alubias blancas), con mantequilla y apio, el cordero a baja temperatura con salsa de acelgas y el postre, la teja con frutas y almíbar de mango ?
Saliendo de almorzar nos dió un sueño de los mil demonios, así que entramos a la ciudadela una fortaleza militar construída en 1545, hoy convertida en parque. Ahí, ni cortos ni perezosos, nos echamos una siesta del 20 minutos en el pasto y seguimos caminando.
Después de dormir salimos a caminar por la ciudadela. De nuevo nos impresionó lo bien cuidado que está todo. La muralla, construcciones y el parque en sí están muy bien cuidados y mantenidos.
Saliendo de la ciudadela, seguimos caminando por el centro hasta la catedral y de ahí regresamos a la plaza del castillo a encontrarnos con una amiga que vive ahí. Tomamos una cerveza, comimos y nos fuimos a descansar.