Dia 6 – Buenos Aires – Me tumbaron, vamos a San Telmo

Habíamos decidido salir a conocer la provincia de Buenos Aires y alquilamos una casa en un pueblo que se llama Luján y un carro para recorrer las zonas aledañas y hacer un tour del asado.

Llegamos al aeropuerto local a las 8 a recoger (que alquilé por internet) y me dijeron que esa empresa no tenía mostrador, pero que seguro me estaban esperando con un “cartelito” al lado de un kiosco cualquiera. Estuvimos ahí durante dos horas mientras llamé como desesperado a todos los números que encontré, donde nadie contestó.

El plan B fué intentar alquilar otro carro, pero ya no había disponibilidad, con excepción de un lugar que costaba 5 veces más, así que nos tocó cancelar el AirBnB y perder esa plata también.

Al final del día, lo mejor fué olvidar la estafa y no amargarse el viaje, así que salimos para la feria de San Telmo.

La Feria, que en realidad es un mercado de Antigüedades que abre todos los domingos, existe de toda la vida y es lo que uno quisiera que fuera en realidad un mercado de pulgas. En general, hay antigüedades de todo tipo, algunas artesanías de cuero y otro tipo de cosas. Ahí estuvimos un rato largo. Por lo que me habían dicho, iba a estar muy lleno, pero me pareció chévere, sobretodo porque en general no está lleno de porquerías chinas.

En la Feria de San Telmo
Los personajes dueños de los toldos
Más personajes
Un par de viejos bailando tango
Curiosidades Antiguas
y más curiosidades

Después de San Telmo, salimos a almorzar a otra parrilla que se llama 1880, en el mismo barrio. La carne y la comida, increíbles y la ventaja es que está fuera de la zona turística, así que hay mucha gente local y el servicio es muy bueno. Recomendado ahí, el bife de chorizo o de lomo.

Saliendo de almorzar, Miguel decidió irse a la casa a echar una siesta y yo salí para el Museo de Arte Latinoamericano, a ver si al fin le pegaba a un museo decente.

La colección del museo está bien, hay cosas de los nombres mas importantes de este lado, pero lo más chévere es una obra que se llama La Pileta, de Leandro Elrich.

Es una ilusión muy chévere, porque la piscina en realidad tiene 10cm de profundidad, fondo transparente y se puede entrar por debajo.

Sumergido en la Piscina
Otra ilusión de Elrich en el museo (No hay reflejos)

Después de salir del museo, salí por un café al “Shopping” y luego a descansar al apartamento.