Salimos temprano para aprovechar el día porque oscurece muy temprano y desayunamos huevos y salchichas en un café (Come In) que habíamos visto el día anterior y salimos caminando hasta Wencelas Square, que es la plaza central del barrio nuevo. Más que una plaza es un bulevar lleno de tiendas y restaurantes que termina en el museo nacional.
Después del Palacio Nacional, salimos a ver la escultura giratoria de Kafka, que al parecer es el único personaje Checo famoso en la historia de la humanidad porque hay estatuas y atracciones en todas partes. La escultura gira y cambia de forma cada 10 segundos.
De camino, nos metimos a un pasadizo cualquiera y encontramos una escultura de un jinete en un caballo muerto, hecha hace poco por David Cerny, (el mismo del Freud colgante) en burla a Wenceslao y a toda su historia.
Seguimos para el Castillo de Praga y atravesamos de nuevo el puente Carlos, pero esta vez nos acordamos que se puede pedir un deseo en el lugar donde tiraron a San Juan Nepomuceno al río, así que paramos ahí y seguimos para arriba hasta el castillo.
Mientras hacíamos una fila enorme para pasar por seguridad, vimos el cambio de guardia. La seguridad es fuerte porque el castillo todavía es la oficina/residencia oficial del presidente.
Como habíamos comprado los tiquetes por internet en el mercado negro, entramos a buscar a una señora con una sombrilla azul y blanco que nos los iba a entregar junto con una introducción a lo interesante de visitar. La encontramos, recogimos las boletas y entramos primero a ver el antiguo palacio real, de estilo gótico.
Es una buena idea tener una introducción o leer un poco antes, porque los checos no saben nada de turismo y tienen todas las guías e indicaciones arrumadas en una esquina del castillo, así que no hay mucha información a menos que uno compre la audio-guia. El palacio está vacío en su mayoría, pero vale la pena verlo por la arquitectura.
Del palacio, seguimos hasta la baśilica de San Jorge (también dentro del castillo), que se construyó en el siglo 9, pero que al final es una iglesia común y corriente, solo que “re-vieja” y seguimos para el callejón del oro. En estas casas vivían los guardianes del castillo y luego los alquemistas y orfebres.
También dicen que Kafka (como raro) vivió en la No. 22 durante años, así que hay hordas de chinos entrando ahí. Nosotros entramos a una y era una trampa de turistas terrible, llena de armaduras de mentiras y tiro al blanco con una ballesta a los que paguen 5 euros.
Al final de esta calle, está una de las torres del castillo, a la que también se puede subir. Daniel se subió y bajó casi asfixiado, pues son unas escaleras de 80cm de ancho, en espiral y llenas de italianos y chinos gritando. Cuando se llega arriba de la Torre, no se puede ver por las ventanas porque están todas empañadas del calor humano. Segunda trampa de turistas en menos de 1 hora.
Para terminar con el castillo, entramos a la catedral de San Vito, también gótica. Por fuera es monumental y las gárgolas son increíbles, pero es difícil verla porque tiene todo el resto de paisaje muy encima, además de que si podrían echarle una lavadita. Por dentro, los vitrales son muy bonitos y guarda la colección de plata del castillo que son como 20 toneladas.
El castillo en general no es un castillo sino mas bien una pequeña cuidad amurallada.
De salida, almorzamos en un McDonalds, caminamos por la ribera Del Río y los canales y luego tomamos el barco turístico por el río Vltava que atraviesa Praga y luego caminamos por un mercado en la ribera y comimos Strüdl a temperatura ambiente (casi congelado), muy rico.
Para cerrar el día, caminamos hasta el apartamento, descansamos un rato y salimos a comer a un café que se llama Cocoa.