Empezamos el día como se hace en Suiza: Comiendo queso y salimos hacia Interlaken. Un pueblo que queda entre los lagos Thun y Brienz y que supuestamente es un destino infaltable.
Como habíamos llegado de noche no habíamos visto mucho paisaje, pero de día, cada curva de la carretera era mas impresionante que la anterior.
Interlaken es en realidad como un Sochagota Suizo del cantón de Berna (del lado alemán), donde la gente viene a hacer deportes náuticos y extremos, pero de interesante no tiene mucho. Eso si, hay una calle con tiendas carísimas y chocolaterías llenas de turistas.
Elena aprovechó para comprar un chocolate caliente con fresas en un lugar donde había una cascada de chocolate suizo.
Un poco frustrados por que no era lo que esperábamos nos sentamos a mirar el mapa y encontramos que a donde hay que ir es al barrio viejo, así que dejamos a los turistas comprando cosas y caminamos hasta allá.
El siguiente plan fue adentrarnos en los alpes, así que arrancamos hacia Grindelwald, un pueblo en la base del Jungfrau, la cima mas alta de los alpes.
Los paisajes del camino seguían siendo cada vez más impresionantes a medida que nos acercamos.
Para llegar a Grindelwald hay que subir 500 metros en 20 minutos y la diferencia de temperatura es bastante, sobretodo porque había nevado la noche anterior.
Estaba muy difícil parquear y es imposible orillarse a pensar, así que parqueamos bastante arriba en la montaña, en un parqueadero que parecía el de la casa de alguien.
Con mucha hambre, salimos a buscar almuerzo y terminamos en Di Salvo, donde Elena pidió Raclette, que en realidad es un plato de queso derretido con papas.
Queríamos ir hasta una estación de tren en la cima del Jungfrau a 3500m, pero no se puede ir después de las 3pm y además es extremadamente caro, así que decidimos subir al Mannlichen.
El Männlichen es una montaña de 2.343 metros en el Cantón de Berna. Se puede llegar desde Wengen por el teleférico Wengen-Männlichen, o desde Grindelwald Terminal usando el teleférico Grindelwald-Männlichen.
Elena hizo de tripas corazón y compramos tiquetes de ida y regreso en el teleférico. El trayecto dura 20 minutos para subir casi 1000 metros. Aunque asustador, es espectacular.
De subida es mucho mejor estar mirando hacia atrás. Para Elena, fué menos miedoso y el paisaje mucho mejor.
Arriba no hay mucho que hacer. Hay un hotel, un restaurante, una cervecería y curiosamente unas asoleadoras para los que quieran pagar €5 por sentarse ahí.
El día estaba muy nublado a esa hora, así que la vista desde arriba no fué la mejor, pero el trayecto paga todo el viaje.
Agotados después de un dia tan largo arrancamos hacia Berna, donde pasamos la noche.
Al llegar al hotel, pensamos que era un hotel de camioneros porque el parqueadero estaba lleno de camiones. Nos tomó 10 minutos entender que el hotel era en el lote de al lado y estábamos en el parqueadero de una empresa de transportes.
El hotel, aunque en las afueras está muy bueno. si uno tiene carro. Está recién inaugurado y el cuarto es amplio y tiene cocina.
Cerramos el día con otros 126Km y 2 horas de carretera.