Desayunamos en la terraza de Passagio, un café que queda a 5 minutos del hotel. La comida no estaba muy buena, pero la vista pagó los gastos.
Después de desayunar caminamos hasta la estación de buses de Oía a unos cinco minutos. Ahí esperamos el bus que nos llevó hasta Fira, con el plan de regresar a pie.
Entre Fira y Oía hay 10Km y la caminata dura aproximadamente tres horas por un camino peatonal que bordea Caldera, (parte interior de la isla). Salir de Fira implica subir muchos escalones y metros y metros de subidas, junto a decenas de hoteles y suites de millonario con vista al mar.
Después de parar a descansar por primera vez en Imerovigli (y como era de esperarse), Daniel escogió un desvío incorrecto y terminamos bajando 1000 escaleras, que en realidad llevaban a la roca Skaros, antes un castillo, capital de Santorini que se destruyó en un terremoto y ahora un mirador.
Para cuando nos dimos cuenta del error, habíamos caminado media hora en bajada e íbamos a tener que regresar por el mismo lugar, lo que causó conmoción, negación, discusión, aceptación y al final, resignación para seguir adelante.
Imerovigli es la única parada con algo de civilización en la ruta y le siguen 9Km de trocha sin donde resguardarse del sol o de comprar agua, con excepción de una iglesia donde venden agua de 2€ y uvas.
Durante el camino hay varios lugares donde las personas hacen torrecitas de piedra. Esto se hacía hace siglos para marcar el camino correcto en un sendero (obviamente a mayor escala), pero aparentemente ahora es una costumbre de los “hikers”, así que, hicimos lo mismo.
La vista durante el camino es impresionante pero después de 5Km, da igual y uno solo quiere llegar a bañarse.
Algunas Fotos mas….
Llegando a Oia fuimos a cambiarnos para ir a una cata de vinos en Domaine Sigalas. Santorini es famoso por el vino blanco y en particular por las variedad de uvas Assyrtica, que es prácticamente la única que sobrevive en terreno volcánico.
En Sigalas nos explicaron el método de cultivo Kouloura. Para proteger las uvas del sol y el viento, le dan forma circular a la víña con el paso de los años, de manera que las uvas queden dentro..
Después del tour nos dieron unas tapas muy buenas, maridadas con vinos de la casa y su correspondiente explicación enológica. Elena dijo que servían muy poquito.
El resto de la tarde nos fuimos a caminar por el centro de Oia mientras vimos el atardecer. La arquitectura y la isla en general son increíbles, pero se pone uno a pensar donde vive la gente, porque todo son Hoteles, restaurantes y tiendas de souvenirs.
Eso si, tuvimos suerte porque sin COVID habría sido imposible caminar por la isla en esta época.
Cerrando el día fuimos a comer a Karma; un restaurante de cocina griega en el centro de Oia.