Fuimos a desayunar a The Baked Joint, un cafecito cerca a la casa. Recomendado, buen descubrimiento. Desde ahí salimos para el Museo del Aire y el Espacio que es uno de los imperdibles de la ciudad y vimos 535.009 aviones, desde el de los hermanos Wright hasta las últimas “cienciadas” de la NASA. Después de ver el tamaño de la mayoría de los aviones más bonitos se confirma la teoría de Daniel que dice que si es posible tener uno de estos en el garaje de la casa.
Obviamos la National Gallery, porque si uno quiere ver arte de antes de 1920, se va para Europa, y de después de 1920, se va para NY. Si Maite, somos unos totales ignorantes y preferimos irnos a ver animales disecados y dinosaurios.
En el museo de Historia Natural del Smithsonian hay una colección de esqueletos espectacular, no porque sean esqueletos sino porque está perfectamente montada.
De ahí, salimos para el Capitolio que está lleno de andamios. Aún así, es otra de esas cosas que en los libros no se ve del tamaño que son realmente. Es enorme.
En el mapa, la biblioteca del congreso aparece al lado, así como aparecen la corte suprema y otros edificios pero en la vida real la caminata es de kilómetros, más aún a 27C.
El Capitolio y la biblioteca del congreso son los monumentos más interesantes. A lo demás le sobra la “supremacía gringa”, por tratar de hacer mucho, hicieron poco.
Saliendo de aquí hicimos la campesinada del ‘raspao’ (ver abajo) pero eso nos sirvió para ver una aviso de una nueva exhibición sobre innovación en el Museo de Historia Americana. En realidad era muy pequeña pero fue un buen descubrimiento. Era la historia de objetos cotidianos contada desde el punto de vista de diseño.
Por ejemplo, eso verde que se ve atrás es el primer Apple hecho en 1976.
Casi que arrastrando los pies llegamos a la Casa Blanca, que a diferencia de todo lo demás, es más chiquita de lo que parece en las películas. Si alguien está interesado en verla, mejor vaya por la parte de atrás. Por el frente y por el lugar hasta donde uno puede llegar, podría ser la casa de cualquier finca.
Si uno va por atrás, está lleno de agentes del servicio secreto, pasa un helicóptero cada 15 segundos y hay francotiradores en todos los edificios alrededor pero se puede ver a una distancia de más o menos 600 metros. (Nótense en la foto los francotiradores del techo).
Moraleja del día, aunque caminar es muy rico el parque es grande, alquile una bicicleta. No vale la pena ir hasta el obelisco, se ve mejor desde otros lugares.
Campesinadas
- Después de caminar 15 Km por el National Mall y alrededores, decidimos comernos un raspao (porque no era otra cosa) en el único carrito de comida que no tenía precios. Esta campesinada costó US$12.
- Fuimos a un supermercado a comprar pan y jamón y cuando oímos que a los de adelante les cobraron las bolsas plásticas, Elena se aterrorizó y empezó a buscar espacio en la cartera para meter el mercado. Al final, pagamos 15 centavos y nos fuimos con las bolsas en la mano.