Desayunamos en el hotel y salimos a caminar por el barrio Alfama con destino a la Sé de Lisboa, es decir La Catedral. Entendimos que esto se trata de subir montañas.
Despues de no entrar a La Catedral, porque no somos mucho de iglesias, seguimos subiendo hasta el miradouro de Santa Luzía, desde donde se vé buena parte del centro de la ciudad, de cara al mar.
Un poco mas arriba, miramos por el segundo mirador. Miradouro Portas do Sol, camino al Castillo de San Jorge.
La llegada a pie al castillo es DURA. Afortunadamente ha bajado un poco el calor, porque de lo contrario, sería un infierno. Es la parte más alta de la ciudad.
El Castillo de San Jorge tiene más de 700 años de construido, pero en realidad solo existen los muros exteriores. Es bueno leer un poco antes de ir, porque adentro hay muy poca información. Ojo, eso si, con el miedo a las alturas, porque hay pedazos complicados. Sin embargo al final, lo pagan las vistas.
El castillo es en realidad una pequeña ciudad amurallada que domina toda la ciudad.
En la parte más alta del castillo, está la bandera de Portugal, que se ve desde casi todas partes de la ciudad.
Salimos del Castillo con destino a Rua Augusta, una calle reconocida porque une la Práça de Comercio con Praça Rossio. Las dos más importantes de la ciudad. De bajada, se empiezan a notar más los azulejos en muchos edificios.
Lisboa y Portugal en general es famosa por los azulejos y muchas construcciones están enchapadas con baldosas pintadas a mano. Esto es herencia de los moros y tiene casi 1000 años de historia.
Después de bajar y con la foto de abajo, en Rua Augusta, nos dimos cuenta de todo lo que habíamos escalado.
En la entrada de la Praça de Comercio está el Arco da Rua Augusta, construido en 1843 en celebración a la reconstrucción del terremoto.
Caminando por ahí, descubrimos el segundo manjar más famoso de Lisboa: Los pasteles de Nata. Son pastelitos de hojaldre rellenos de una especie de crema pastelera. Daniel, obviamente fue el primero en darse cuenta de su existencia.
Cerca está el elevador de Santa Justa. Un ascensor para subir hasta la plaza de Carmo, sin tener que caminar. Es de hierro forjado y fué diseñado en por Raoul Mesnier, un discípulo de Gustav Eiffel y construido en 1903.
A Elena la dio miedo subir, así que tomamos el camino “del martirio” hasta el convento de Carmo.
El Convento do Carmo se destruyó en el terremoto y nunca lo reconstruyeron. Ahora le dicen “Museo arqueológico” y solo quedan algunas columnas y vigas del techo gótico. No nos pareció que valiera la pena pagar entrada.
Junto al convento hay otro mirador (Del Carmo), desde donde se ve toda la ciudad frente al castillo.
Después de subir un poco más, hasta la iglesia de San Roque, que tampoco creímos que valiera la pena entrar, llegamos al mirador San Pedro Alcántara, donde nos tomamos unos jugos carísimos, pero deliciosos.
En el mirador nos dimos cuenta de que se podía llegar en el Funicular Gloria y ahorrarse la caminada. Pensamos bajar en él, pero ya no teía sentido pagar 3 euros para eso, porque son solo 250m.
Volvimos a bajar (a pie) para ir a tomarnos un café a A Brasileira. Una cafetería fundada en 1905 y famosa en el mundo literatio, porque era donde iba Fernando Pessoa.
El lugar está quieto en el tiempo desde entonces.
En A brasileira, nos tomamos un Galâo (Café con leche) con pastel de natas.
Saliendo del café, caminamos hasta Rua Garret, por una zona comercial y descubrimos un almacén muy bonito de chucherías que se llama “A vida portuguesa“, donde compramos algunas cositas.
En la noche fuimos a comer a Velha Gaitera. Un restaurante que parece cafetería de pueblo, atendido por su propietario. La comida, muy regular, pero el servicio salvó la noche.