Día 5 – Amsterdam – Welcome to the Jungle

A Amsterdam no es posible llegar desde Brujas, así que volvimos a Bruselas para tomar el tren a Amsterdam en la Estación Midi. 

Llegamos a Amsterdam casi a las 12 así que decidimos dejar las maletas en el hotel, que es lejos del centro pero bien conectado y buscar almuerzo. Dimos con un restaurante que justo ese día tenía un especial de fondue!!! Lo máximo, delicioso.

Fondue de queso neerlandés maridado con cerveza

Así como Bruselas, Amsterdam también tiene casas con grandes ventanales y unos gatos muy simpáticos. La costumbre de las ventanas sin cortinas en los Países Bajos tiene raíces en la ética protestante. A diferencia de los países católicos, que valoraban más la privacidad, en los Países Bajos calvinistas se priorizaban la transparencia y la honestidad. Nosotras felices, chismoseando muebles y gente haciendo su vida regular.

Hermanos mimados tomando sol.
Mas gatos simpáticos

En esta ciudad, caminar es básicamente un deporte extremo: las bicicletas van por ti sin piedad, y sus campanitas son el sonido de la muerte. Mientras nos adaptábamos a esta nueva realidad, decidimos hacer el 4to paseo en barquito del viaje. Vimos casas angostas que bordean los canales, cada una diferente a la otra, cada una mas torcida que la otra. También nos llamaron la atención las casas flotantes, unas muy bien cuidadas, otras no tanto.

Paseo en barco

Decidimos enfrentar el terror bicicleta y seguir caminando, buscando un baño terminamos comiendo el primer crepe neerlandés y después encontramos el Mercado de las Flores, un centro de comercio principalmente de bulbos de tulipanes que existe desde hace casi 150 años.

Barrio Gay. Ámsterdam ha sido históricamente una de las ciudades más LGBTQ+ friendly del mundo
Bulbos de tulipanes
Mercado de las flores

Empezábamos un tour a las 6 de la tarde, así que nos dirigimos al punto de encuentro: La Plaza Dam. Su nombre proviene del hecho de que originalmente era una presa (“dam” en neerlandés) en el río Amstel, que luego dio nombre a la ciudad (“Amstel-dam”).

Palacio en la Plaza Dam

Esto no lo explico Germán, el guía. Unas horas antes, hice mi segunda pataleta, pues no me quería unir al tour de Germán, que prometía un tour dinámico, con dramatizaciones e interacción… que ridículo. Sorprendentemente, Germán resulto un gran guía. Lo primero que nos explico fue como sobrevivir a las bicicletas: “Welcome to the Jungle” dijo, “En Ámsterdam queda claro quién manda: las bicicletas. Tienen prioridad absoluta, y si no quieres acabar atropellado, más vale que mires en todas direcciones, porque las calles son un campo de batalla entre peatones, coches, bicis, y trams… pero las bicis siempre llevan la delantera.” Gracias a él, podémoslos contar esta historia. 

También aprendimos sobre La Edad de Oro neerlandesa, una época de comercio de tulipanes, obras de arte, y esclavos, donde Ámsterdam se enriqueció a lo grande, prueba de esto, el Rijksmuseum, que no tuvimos tiempo de visitar.

Rijksmuseum

Datos curiosos y útiles, o no tanto, del tour:

En los años 70, los neerlandeses decidieron que era mejor permitir la marihuana, así que aparecieron los coffeeshops. Eso sí, la producción sigue siendo ilegal; puedes venderlo oficialmente, pero no preguntes cómo llega hasta allí… la famosa “paradoja de la puerta trasera”. Esto es consistente con una palabra que caracteriza a los neerlandeses: “oogluikend” (Leáse jelloujen) que se deriva de “oog” (ojo) y “luiken” (cerrar), lo que se traduce en “cerrar los ojos” ante una situación. Hacerse el de la vista gorda.

Entonces, si quieres comprar marihuana vas a un coffee shop, si quieres hongos, vas a un smart shop. Si te ofrecen cocaína en las calles del Barrio Rojo, es ibuprofeno molido.

En el año 2000, los Países Bajos decidieron legalizar oficialmente la prostitución y reconocerla como una actividad económica regulada. Ellas son autónomas y pagan impuestos, declaran sus ingresos como fuente de trabajos sexuales. Pueden hacer entre 5000 y 16000 euros libres. En total hay 150 vitrinas… algunas están disponibles para la renta, tienen 2 timbres, uno de alarma para que la policía se acerque a la vitrina por si acaso, y otro de acción, para que la policía se lleve al tipo raro.

Después de tanto dato curioso, decidimos ver la realidad y arrancamos para el Barrio Rojo, o De Wallen, su nombre proviene de la luz roja de las vitrinas donde las putas ofrecen sus servicios. Vimos putas de “luz roja” y me hice una amiga de “luz morada”. Nos invitaron a un show en vivo pero preferimos comprar una ensalada en el supermercado y comérnosla en el hotel.

Camino al Barrio Rojo
Brownies con marihuana en el CoffeShop.
Foto en el Barrio Rojo. No tomamos más por que si por accidente aparece alguna puta, nos cobran $250.