Salimos de Flagstaff cerca de las 10am después de cargar gasolina, con destino hacia Hoover Dam, donde pararíamos antes de seguir hacia Las Vegas a pasar la noche.
La primera paradas fué en Kingman para cargar energía, donde aprovechamos para comernos unos sanduchitos que llevábamos preparados.
La ruta Flagstaff-Kingman es la misma que habíamos hecho de ida, pero esta vez la tomamos durante el día, así que hubo chance de ver algo de paisaje, que por la I-40 no es nada especial.
Este trayecto también se puede hacer por la antigua ruta 66, que aunque es mas entretenida, era demasiado larga para el tiempo que teníamos.
Después de Kingman, se desvía uno hacia por la 93 para entrar a Nevada. Aquí se empieza a poner mas interesante el paisaje.
Al entrar a Nevada, el paisaje cambia por completo y el poco verde que había desaparece. Justo pasando el letrero, está Hoover Dam.
La represa es impresionante pero pensar que la construyeron hace casi 100 años, hace que parezca casi un imposible. La magnitud raya en lo absurdo. (Como buena parte de las cosas gringas).
Para entrar, después de cruzar el puente, (que cuelga a más de 200m de altura hasta el lecho del río), hay que bajar hacia el primer parqueadero, cruzando por el muro de la represa, hasta la parte de atrás desde donde se ve el rio y las torres de ingreso de agua.
Cada torre tiene aprox 120 metros de altura hasta el fondo del río
Después de dar una vuelta subimos hasta el parqueadero superior desde donde se puede llegar al puente, que cruzamos a pie.
La vista desde ese lado es mil veces más impresionante y claramente, no apta para agorafóbicos.
Para cerrar la visita, caminamos por el muro de la represa y tomamos algunas fotos más.
En definitiva, lo que pensábamos que iba a ser una parada corta, fue una gran sorpresa. Nunca habíamos visto una obra de ingeniería de esta magnitud antes.
Llegando a las Vegas, fuimos a buscar directamente el MGM grand, donde nos quedaríamos esa noche. Aunque es uno de los hoteles viejos, el tamaño es absurdo. La fila para hacer el check-in, parece Migración Colombia. Cuando llegamos había por lo menos 200 personas esperando, pero la diferencia es que nos tardamos apenas unos 15 minutos en que nos dieran habitación.
Como era de esperarse, para ir del lobby a la habitación hay que atravesar todo el casino ?
Nos tocó en el último piso, con vista al strip (aunque no es que se viera mucho).
Después de dejar las maletas, decidimos ir a almorzar. Queríamos comer carne, pero después de ver los restaurantes y precios alrededor, le pedimos una recomendación a ChatGPT y terminamos en el restaurante del Ellis Island, que en los estándares de Las Vegas, es un antro de mala muerte.
Íbamos a comer carne, pero a la entrada, Nicolás vió un plato y decidimos evitarlo, así que viendo que eran casi las 5pm, pedimos unas hamburguesas, que aunque no estaban malas, estaban bastante lejos de lo que esperábamos La verdad, aquí nos ganaron el hambre y la campesinada.
Saliendo de almorzar caminamos un poco por detrás del strip hasta la esfera, que es otra de esas cosas absurdas que solo existen en Estados Unidos.
Es un auditorio en forma de esfera, que está tapizado en pantallas, donde proyectan (por dentro y por fuera) cualquier cantidad de cosas. La proyección de hoy, además de promocionar una pelea de boxeo, estaba inspirada en “agua’, o al menos eso creemos.
Después de ver la esfera, seguimos caminando hacia el final del strip, donde está el Treasure Island, para desde ahí recorrerlo a pie hasta llegar de nuevo al MGM grand.
El primer casino al que entramos fué al Venetian. Aquí la verdad no sabe uno si impresionarse, o cagarse de risa viendo a la gente montarse en góndolas para recorrer el hotel, a razón de 35 dólares por cabeza. Eso si, hay que aceptar que a diferencia de Venecia, aquí no huele a cloaca. ?
Cada lugar por el que uno camina está lleno de tiendas más y mas caras y todo está hecho para que uno no sepa que hora es, donde está o cuál es la salida más cercana. Aunque todo es cerrado, hay lugares en donde parece de día y otros de noche.
Después del Venetian pasamos al Caesar’s Palace. Si el primero ya era lobo, este raya en lo ordinario, con fuentes y réplicas a escala de cosas de la antigua Roma, incluyendo El David y el Coliseo. Claro está, rodeadas de tiendas Gucci, Prada Balenciaga y demás.
Y a donde fueres haz lo que vieres. No podíamos ir a las vegas sin sentarnos a tirar dinero en una maquina, así que de paso por el casino del Caesar’s Palace, decidimos probar suerte con $10 dolaritos.
Las máquinas están hechas para que uno no se levante de ahí o vea otra cosa. Es una experiencia totalmente inmersiva. Lo único que se vé es una pantalla curva del tamaño de un TV de 80 pulgadas. Cada una tiene un cenicero, un posavasos y un lugar cargador inalámbrico para el celular.
Después de sentarse 2 minutos, es mucho mas fácil entender porqué la gente puede llegar a dejar sus ahorros aquí; mas aún cuando las máquinas aceptan billetes y tarjetas pre-pagadas.
Los $10 dolaritos se fueron en 2 minutos y medio, pero para el recuerdo quedó este voucher de $1,52, que después nos gastamos en otra máquina hasta que no quedó nada. ?
ADespués del Caesar’s Palace seguimos hasta el Bellagio a ver el show de las fuente. La calle estaba cerrada por las preparaciones para el premio de F1 en noviembre, así que tuvimos que verlo desde el Lobby junto a otros 500 afortunados.
Después de entrar al Bellagio, seguimos caminando por el Strip y visitando diferentes casinos y eventualmente nos sentamos a tomarnos una cerveza y ver gente en el casino del MGM grand, mientras probamos suerte con otros diez dolaritos.
Sentarse un rato a ver gente ahí es muy entretenido. Con maña y apostando lo mínimo, hicimos durar la plata un buen rato, pero seguimos sin encontrarle el gusto a esto. (afortunadamente)
Al final del día se empezar a notar el cansancio y las horas de manejada, así que nos fuimos a dormir.
Día 10 – Las Vegas – LA
A la mañana siguiente tuvimos que regresar al banco a resolver un último problema y luego fuimos a desayunar a iHop antes de coger carretera hacia Los Angeles, con una parada técnica en un Apple Store, que nos quitó algo de tiempo. De camino, compramos hamburguesas en un Drive Thru y almorzamos en Barstow, CA, mientras cargábamos energía.
Lo que no calculamos de nuevo fue el desastre de tráfico de entrada a Los Angeles, que nos robó casi una hora y media, sumado a que el GPS del carro nos llevó a la parte de atrás de la pista obligándonos a darle toda la vuelta al aeropuerto al llegar.
Al final, Nicolás tuvo que dejarme en la salidas internacionales del aeropuerto e ir a recargar batería y entregar el carro antes de coger su avión, porque estábamos al límite.
Aunque estoy seguro de que ambos hubiéramos podido seguir manejando hasta New York, sentarse en el avión de regreso hizo aflorar el cansancio. De acuerdo al kilometraje recorrimos 1615 millas (2600Km) en total.