De regreso a Valencia decidimos parar a almorzar en Olite. Un pueblo navarro a unos 40Km de Pamblona que es famoso por su palacio.
Después de dar varias vueltas buscando parqueadero (no estaba nada fácil), entramos al pueblo por una de las puertas de la muralla, y caminamos por algunas calles, (probablemente las unicas 2 o 3 que hay en el pueblo) hasta llegar al palacio.
El palacio se construyó en el siglo 13 y fue una de las sedes de real de la corte de Navarra. Durante la guerra de independencia española, lo incendiaron para evitar que los franceses se fortificaran allí y estuvo destruido hasta principios del siglo 20, donde se comenzó la restauración.
Uno de los encantos del castillo, – además de que está muy bien restaurando – es que la construcción es de estilo gótico con influencias mudéjar (arabes) y está lleno de patios y jardines colgantes.
Después de recorrer el palacio y de que Daniel saludara a los súbditos desde la torre de la Atalaya – a la que obviamente Elena no subió –, fuimos a almorzar a un restaurante en la plaza principal, donde comimos salmorejo, espárragos ‘cojonudos’, patatas bravas y un bocadillo de lomo y pimientos y regresamos a Valencia.