Dia 4 – Moitié-Moitié

Estábamos indecisos entre ir a Basel o conocer algo de la parte francesa, así que a última hora nos decidimos por lo último y salimos a Friburgo y Gruyères, que estaban recomendados.

Friburgo es una ciudad medieval sobre el río Sarine y tiene una catedral gótica. Es una ciudad pequeña de 30.000 habitantes, con un par de calles buenas para caminar y vitrinear, pero se recorre en media hora a pie.

Llegando a Friburgo. Se nos había olvidado poner la foto del carro que nos llevó a todos estos lugares.
La Catedral de Friburgo
La puerta de la Catedral
Monstricos de la puerta de la Catedral
Saludando desde el Rathaus de Friburgo
Rue du Lausanne – Friburgo
Vitrineando en Rue du Lausanne

Después de tomarnos un café en la estación del tren, arrancamos hacia Gruyères, una ciudad histórica en el cantón de Friburgo. Los paisajes de carretera son también espectaculares. Llegando, se puede ver el castillo en la cima de una montaña.

Los paisajes hacia Gruyères

Cuando llegamos, nos enteramos de que al pueblo no se puede llegar el carro y los parqueaderos cercanos estaban hasta las orejas. Después muchas vueltas, encontramos un espacio en La Maisón de Gruyere. Un paradero de buses turísticos llenos de chinos. Mas o menos, como la cabaña de Alpina, pero en euros.

Nuestro limitado alemán, nos ayudó a entender que para llegar al pueblo había subir 20 minutos a pie; cosa que afortunadamente no le explican a los chinos.

Por fin vamos a comer Fondue!

Entrando a Gruyères

Gruyeres fue una buena sorpresa. El castillo está se construyó hace 8 siglos en la cima de la montaña y a su alrededor hay dos calles de casas medievales que hoy son restaurantes, hoteles y algunas viviendas particulares. Aunque hay muchos turistas, se siente como regresar al pasado; sobretodo porque no hay carros, motos o bicis.

Una vuelta por Gruyères
No podía faltar el selfie en Gruyères
Gruyerès

Obviamente Gruyeres es conocido por el queso del mismo nombre y protegido por denominación de origen, pero produce también el queso Vacherino, así que no podríamos haber encontrado un mejor lugar para comer fondue. Sin embargo, el restaurante donde íbamos estaba cerrado.

Nos dividimos para hacer fila en varios restaurantes más y Elena consiguió milagrosamente una mesa en el restaurante del Hotel Le Saint Georges, con vista a los alpes. Pedimos Fondue Moitié-Moitié (Mitad Gruyere, mitad Vacherin) y Röstti con jamón y huevo.

El restaurante en Gruyères (Casa rosada)

Elena dice que es el fondue mas rico que se ha comido en la vida. Daniel dice que era el único que se ha podido comer.

Después de almorzar, seguimos caminando hacia el castillo y empezó a lloviznar, así que decidimos pagar la entrada. Mas allá de la vista y la arquitectura, no hay mucho que ver. Como en todos los castillos, quieren hacerle creer a uno, con un poco de muebles viejos, que así vivían los duques y los condes. El último dueño de este castillo se quebró y quisieron hacernos creer que le tocó dejar hasta la silla de ruedas ahí.

En la entrada del Castillo
La chimenea del Castillo
Patio interior del castillo
En el castillo

De bajada entramos rápidamente a la Maison de Gruyère a mirar que había, pero estaba tan lleno, que salimos corriendo para el hotel.

Con los Alpes en el retrovisor