De mañana salimos para Fira (La capital de Santorini) via bus y al llegar dejamos las maletas en un guarda-equipaje cerca de la estación.
Para desayunar, paramos en Magma, un café local donde comimos unos buenos omelettes antes de salir a caminar por el pueblo.
Así como en Oía, Fira se trata de hoteles, restaurantes y tiendas de souvenirs, pero la arquitectura y la vista pagan todo el viaje. Dos días para Santorini es perfecto, aún si uno quisiera hacer un crucero corto por el volcán. A nosotros no nos pareció que valiera la pena (además el precio es ?).
Para caminar en Fira hay que tener buena energía y tennis, porque todo son escaleras o subidas, así que al llegar a la parte alta paramos a tomarnos algo.
De bajada, recorrimos algunas tiendas y calles de barrio,compramos una o dos chucherías y paramos frente a la catedral Ortodoxa a comer un heladito.
En Santorini, las iglesias están pintadas de azul desde que una dictadura de mitad de siglo decidió pintar toda la ciudad de los colores del partido (azul y blanco). Luego, debido al interés turístico, en 1974 ésto se volvió ley.
Todos los edificios deben ser blancos mientras que las iglesias (cristianas) deben tener la cúpula y partes del campanario azules.
La llegada a Atenas fue un poco larga. Queríamos coger el metro hasta el centro, pero las aplicaciones de mapas no mostraban ninguna ruta. Al final decimos seguir los letreros que decían “μετρό”, ó (metro) y como buen país del primer mundo llegamos muy fácil, aunque el trayecto dura mas de una hora y tiene 16 paradas.
Nos bajamos en la estación de Monastiraki y caminamos diez minutos hasta el hotel ya de noche, pues aquí anochece casi dos horas antes que en Valencia.
Al llegar al hotel, que por cierto fue una gran elección, nos recibieron de nuevo como reyes con una copa de champaña.
Para terminar el día, salimos a comer a Gastone un restaurante cercano, que aunque no era comida griega, estaba muy bueno.