Todo el mundo recomienda pasar el domingo en El Rastro, nosotros no. A menos que usted disfrute caminar entre cientos de personas para ver 2800 puestos con camisetas Del Real Madrid, Frida Kahlo y ropa usada, no vaya.
Lo que salvó la visita, fue entrar a vitrinear a Galerías Piquer; un centro comercial de almacenes de antigüedades, donde además encontramos otro perrito para adoptar, pero ya estaba adoptado.
Antes de almorzar, y cansados de la multitud, volvimos al apartamento a recargar energías y salimos caminando hasta la taberna de El Sur, en un barrio que se llama Lavapies. Según todas las recomendaciones, esperabamos un super restaurante con una fila enorme pero lo único que encontramos fue un letrero oxidado y lleno de grafitis y pensamos que nos habíamos equivocado de lugar. Sin embargo, si el lugar correcto, la comida estuvo deliciosa, y finalmente comimos (Daniel comió) paella.
Después de almuerzo, planeábamos caminar por El Barrio Lavapiés pero después de un rato no pareció buen plan, así que nos fuimos en metro a la Puerta del Sol para caminar después a la plaza mayor.
Mientras estábamos en Plaza Mayor vimos un montón de gente con bolsas de “Primark”, así que nos fuimos para allá mientras encontrábamos en internet que vendían ropa y cosas de casa. Fue como ir al Rastro, pero con música a todo volumen y cientos de personas rapándose las cosas de las estanterías. Era todo lo peor de los almacenes de ropa del mundo en un solo lugar. Salimos corriendo.
Terminamos el día caminando por la Gran Vía, entramos a algunas tiendas y nos fuimos en metro a recoger el infaltable y siempre añorado bocadillo de jamón ibérico en la jamonería de Julián Becerro.