El objetivo de la mañana era conseguir la medicina para Tesla, así que visitamos varias clínicas veterinarias hasta dar con la del Dr.Moskovitz, donde finalmente logramos que nos la vendieran.
Completada la misión principal, empezamos a procesar psicológicamente el trasteo al segundo apartamento de Nueva York. Debido a la cantidad de maricadas que uno acumula durante 8 días y a que estaba lloviznando, decidimos irnos en Uber.
Cuando veníamos en camino el dueño del apartamento nos dijo que tenía un retraso y que no nos iba a poder entregar a tiempo, así que solamente dejamos las maletas y salimos a dar una vuelta, pero al tocar la calle se desgajó un aguacero increíble pero gracias a los indios y chinos pudimos comprar sombrillas de 2 dólares cada una.
Nótese en la foto, el sistema de agarre a dos manos de la sombrilla para que no se volteé con el viento.
Aunque el pronóstico del tiempo decía que iba a llover todo el día, muy a la colombiana decidimos “escampar” en un restaurante que parecía un diner de 1950 pero con fotos y memorabilia de los 80, pero almorzamos y no escampó, así que sombrilla en mano, salimos para el Museo Metropolitano que estaba cerca.
El problema de las sombrillas de 2 dólares es que solo cubren la mitad del cuerpo, pero el problema real en Nueva York es que 30.000 personas con sombrilla, no pueden caminar por el mismo andén. Las opciones son mojarse o mojarse.
Aprendimos que los neoyorquinos no salen cuando está lloviendo porque los 30.000 que había en la calle, entraron con nosotros al museo.
Enorme. Es imposible verlo todo de un solo golpe. Solo con recorrer la sala de Egipto ya se le satura a uno el cerebro., pero vale mucho la pena.
Después de la sala de Egipto, visitamos el estudio de Francis W, diseñado por Frank Lloyd Wright (uno de los favoritos de Elena).
Hicimos un recorrido general por algunos objetos interesantes y casi 4 horas después, totalmente agotados, decidimos irnos a la casa. Desafortunadamente, habíamos perdido la noción del tiempo y el clima. Seguía lloviendo, ahora más fuerte. El objetivo era llegar a la Galería Neue, donde están algunos cuadros de Klimt y Schielle que valía la pena ver. Nos abrieron la puerta pero nos vieron tan mojados que nos dijeron que estaba cerrada.
Llegamos al apartamento, que es más amplio y está mucho más limpio y mejor mantenido que el anterior.
Campesinada
El Max Henriquez gringo es un berraco. Cuando le digan que va a llover entre desde las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche, créalo, y en lo posible, compre una sombrilla de más de 2 dólares.