Pensando que en este viaje vamos a tener que movernos mucho entre un lugar y otro, decidimos venir de ‘backpack’. No fué mala idea, pero puede considerarse una campesinada, si el plan no incluye hostal y comida enlatada. Es muy fácil moverse por la ciudad.
Alquilamos un apartamento vía AirBnB que fué una buena sorpresa. Está en un barrio muy bonito, a menos de 3 cuadras del metro y a 8 minutos del centro.
Después de llegar, lo primero que quisimos hacer fue salir a ‘turistear’ un rato por el National Mall y alrededores.
El metro de Washington es increíblemente vacío. Siempre hay sillas!. En general la ciudad parece exageradamente tranquila en comparación con Bogotá. Lo que sí es complicado es el sistema de cobro y recarga, que seguramente ha sido igual desde los 50’s.
Era ya de noche, pero quedamos totalmente desconcertados con la oscuridad del parque. Lo único que tiene luz, son los monumentos, pero para caminar de un lugar a otro hay que usar el celular como linterna casi el 80% del tiempo. Ni hablar de las fotos que intentamos tomar. Esta es una de 3 o 4 que se lograron.
De cualquier forma caminamos desde el Obelisco hasta Lincoln memorial. Dice Elena que ‘el bicho ese’ (la estatua de Lincoln) es horrible. Lo que sí es cierto es que es más grande de lo que uno ha visto en fotos y la vista hacia el obelisco y el Capitolio es chévere.
Campesinadas de hoy
- No era necesario traer backpacks. A uno se le olvida que en los países desarrollados se puede andar con una maleta de rueditas a cualquier parte.
- Aunque antes de salir de Bogotá revisamos varios vídeos de YouTube sobre cómo utilizar las máquinas del metro, en el primer intento botamos 10 dólares a la caneca.
- A finales de octubre los gringos andan en chanclas. Las botas de invierno y la chaqueta de plumas de Elena chillaron un poco.